junio 04, 2005

El dolor no es el problema

Ganchos, muchos ganchos, insertos en mis hombros y en la parte superior de mi espalda, duelen pero se soporta.
Antes de eso, ¿Cómo llegué a esto?, ¿Qué es lo que tengo clavado en el cuerpo? Es un artilugio preparado para luchar. Lo llevaba conmigo porque tenia que salvar a alguien, corro hasta el lugar pero cuando llego, una casa de color ocre y con forma de cono en el medio de la noche obscura, no funciona mi intuición y caigo en la trampa.
Ahora la trampa, un hueco por el que empiezo a caer es de arena, esta firme, es espacioso, me deslizo y me deslizo con velocidad, voy muy rápido, estoy tranquila porque confio en encontrar de donde agarrarme, encontré de donde la caída esta llegando a su fin desemboca en un cuarto lo único que veo del cuarto es una TV encendida y una lámpara china de papel muy grande y verde. Entonces tiro ese artefacto de tanzas, ganchos y ganchos de presión hacia la lámpara que es de papel y china y me sostiene. Fuerza ejerzo, mucha fuerza no para no caerme sino para empezar a subir y no caer, nuca vi el piso pero no debía caer.
Próxima escena: un cuarto, puede ser el mío, puede ser cualquiera, no importa. La sensación de los ganchos es molesta, pero tengo miedo al dolor si los saco, debo sacarlos, pienso en eso pero estoy paralizada en la desición. ( ). Ganchos muchos ganchos, insertos en mis hombros y en la parte superior de mi espalda, duelen pero se soporta.
Ya está los saque de a uno y ahora esta él –omnipresencia que no se merece- en la cama, tendido al lado mío, me mira ¿Qué tenes?, nada no te importa le contesto, me tapo con una almohada, me mira ¿que onda, que te pasa?, sonrío mientras sostengo la almohada que me cubre las heridas, son mías, me voy a mirarlas, disfruto verme y verlas en un espejo, paso un rato estudiándolas, pienso en como esconderlas y que él –ni presente y mucho menos omnipresente- tampoco las va a ver, ¿como las escondo si voy a dormir con él? busco la solución a ese problema en mi cabeza sin dejar de observarme y observarlas en el espejo, son tantas. Las recuerdo no había sangre, o quizás solo un poquito porque pensé en no manchar la almohada ni la puerta cuando me levante.
El dolor no es el problema, lo que lo provoca tampoco